El progreso…

thepets_elcaracol4-1La séptima sesión del Taller de Pensamiento Filosófico con el grupo Jean-Paul Sartre, Félix, el coordinador, nos propone un texto del Marqués de Condorcet. Tras la lectura en voz alta del texto, los participantes se dividen en grupos pequeños para formular la pregunta que luego pondremos en común.

Las preguntas que formulan los grupos son las siguientes:

  • ¿Dónde está el origen de la desigualdad?
  • ¿Son las diferencias en facultades o el ejercicio de la razón y la libertad fruto de una naturaleza intrínseca (causa genética o social)?
  • ¿Cómo conseguir que progrese la sociedad desde la desigualdad?
  • ¿El perfeccionamiento del ser humano es un acto individual o colectivo?

Lo primero que comentamos es que parece que ninguna pregunta pone en duda que sea posible ese progreso, ese perfeccionamiento del que habla el texto. Luego nos damos cuenta de que la segunda pregunta no lo da del todo por supuesto.

Félix nos comenta que hasta el S.XVIII a nadie se le había pasado por la cabeza esta posibilidad de «progreso» en los términos que se reflejan en el texto y menos aún en los que manejamos ahora.

Para empezar nos preguntamos algo más general: ¿Es posible el progreso?

-Contestan que el progreso tecnológico sí es posible pero no el de todo ni el de todos.

¿Eran más «salvajes» antes?

-Varios participantes responden que sí, que hemos avanzado, evolucionado.

Alguien comenta que quizá deberíamos responder primero a: ¿Qué es el progreso? Un participante responde:

  • Progreso= evolución positiva
  • Retroceso= evolución negativa

Otra persona relaciona progreso con bienestar y felicidad. Continuar leyendo

Lectura de un haiku…

Studio Ghibli

Studio Ghibli

La séptima sesión del Taller de Pensamiento Filosófico, con el grupo María Zambrano, dedicamos una parte de la sesión a algunas reflexiones sobre el diálogo del último día, y los participantes aportan sugerencias etc. Luego comenzamos con la propuesta que nos trae el coordinador Félix García Moriyón, se trata de un haiku que dice así:

«Dónde estará él hoy

Cazando libélulas en vuelo

Mi hijito que se marchó.»

(Haiku escrito por una mamá japonesa acerca de su hijo que se había muerto)

Félix nos propone cerrar los ojos durante unos minutos e imaginar el poema. También nos dice que podemos hacer un dibujo de lo que hemos visto con los ojos cerrados. (Al principio, los participantes no pueden ver la frase entre paréntesis que aparece debajo del poema).

Tras el breve momento de visualización, nos formula unas preguntas que vamos respondiendo entre todos.

  • ¿Cuántos vieron su imagen en blanco y negro?
  • ¿Cuántos vieron su imagen en colores?
  • ¿Cuántos vieron su imagen en matices de color marrón? ¿Y otros colores?
  • ¿Cuántos de vosotros visteis un niño en la imagen?
  • ¿Cuántos visteis la cara del niño?
  • ¿Qué hacía el niño?
  • ¿Cuántos visteis a otra persona?
  • ¿Era la madre la otra persona?
  • ¿Quiénes vieron una montaña? ¿Y un llano?
  • ¿Quiénes árboles? ¿Y nubes?
  • ¿Cuántos visteis al niño a través de una ventana?
  • ¿Cuántos vieron las libélulas?
  • ¿La imagen te hizo sentir alegre o triste? ¿Qué sentimientos te ha provocado?

Las respuestas a estas preguntas son bastante variadad, cada participante ha interpretado el haiku en su imaginación de una manera, algunas de las imágenes que vamos compartiendo coinciden en ciertos aspectos y otras no.

Casi todos hemos dado por hecho que el hijito es un niño pequeño, algunos veían a la madre en la imagen, el paisaje variaba desde pradera con flores, una cascada, árboles, montes, y las libélulas dos personas las vieron como mariposas. Hay quien ni siquiera han visto al niño o a la madre, sino una especie de luz, energía. Un participante comparte un dibujo que ha hecho de su visualización del poema. También comentamos dos personas que las imágenes que hemos imaginado tenían esa estética de algunos dibujos animados japoneses, reconocemos la influencia inconsciente de aquello que vemos en nuestra manera de imaginar. Continuar leyendo

Dilema moral

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En la sexta sesión del Taller de Pensamiento Filosófico con el grupo María Zambrano, Félix García Moriyón nos propone un dilema moral para dialogar y debatir. Nos hace plantearnos qué decisión tomaríamos en caso de recibir la noticia de un diagnóstico muy grave en un bebé recién nacido, que limitaría y marcaría tremendamente su vida (y la nuestra). Se supone que nos médicamente nos darían opción de seguir o no adelante con su vida.

Las primeras preguntas que hacen los participantes antes de responder a tan duro dilema son:

¿Tendría sufrimiento físico de por vida? ¿Su cabeza estaría sana, sería consciente de todo?, ¿Cuál sería el grado de dependencia a lo largo de su vida? ¿Estaría en estado vegetativo?

Félix nos pide que respondamos qué haríamos, y que demos una razón para hacer lo contrario de lo que hemos decidido. Es decir, si decimos «seguiría adelante con su vida», exponer qué argumentos podríamos dar para no hacerlo, y a la inversa. Esto genera un poco de duda en los participantes y complica un poco las exposiciones.

Posteriormente nos plantea otro dilema moral bastante conocido; el del tranvía, que ya analizamos en una sesión otro año.

Coincidimos en que los dilemas que se enfocan como blanco o negro son dificilísimos de afrontar, dramáticos. Pero en muchas ocasiones los dilemas pueden convertirse en problemas. Los «problemas» tienen más soluciones, se puede usar la imaginación para ver alternativas.

En ética hay dos tipos de argumentación: basada en los principios o basada en el cálculo utilitarista de ventajas/inconvenientes (consecuencias). Comparto un artículo sobre este asunto:

«Del cálculo utilitarista a la imaginación simbólica». Carlos Diego Martínez

En la sexta sesión del grupo Jean-Paul Sartre no pude estar presente por lo que no elaboraré resumen.

Aquí tenéis otros dilemas morales que hemos comentado en cursos anteriores:

Cómo regalar un millón de dólares

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En la quinta sesión del Taller de Pensamiento Filosófico, con el grupo Jean-Paul Sartre, leemos un texto de Peter Singer. El coordinador, Félix García Moriyón nos contextualiza un poco la figura de este filósofo utilitarista-empirista, conocido por sus teorías y libros sobre ética animalista.

La preguntas que formulan los participantes tras la lectura son:

  • ¿Es la caridad una forma de atajar los problemas reflejados en el texto? (Pobreza, cambio climático, derechos de los animales…)
  • ¿Es aceptable equiparar la vida humana con la vida animal?
  • ¿Quién es el «rey de la creación»?
  • ¿Debemos plantearnos de qué manera dirigimos nuestros esfuerzos por hacer un mundo más justo?

Decidimos dialogar sobre la primera y la cuarta ya que están relacionadas.

El altruismo eficaz es un movimiento preocupado por la importancia de que los medios empleados en ayudas al prójimo se dirijan de un modo efectivo, enfocando en todo momento los esfuerzos y medios con la idea de que sean lo más eficaces. Peter Singer forma parte de este movimiento, y ha escrito un libro sobre el asunto: «Vivir éticamente. Cómo el altruismo eficaz nos hace mejores personas. Paidós, 2017.»

Un participante nos señala la diferencia entre eficaz y eficiente. Eficaz sería conseguir el objetivo a cualquier precio, mientras que eficiencia sería luchar por ese objetivo pero mirando los costos etc. La caridad es eficaz pero no es eficiente, porque normalmente responde a un impulso, a una emoción, y no se mide la eficiencia.

La caridad sería el fruto de una sociedad injusta. Si todo funcionara bien, no sería necesaria. Para una participante no debería ser algo voluntario sino obligatorio desde los gobiernos. Otro participante cree que son los ciudadanos quienes votando pueden elegir a aquellos gobiernos que representan mejor unos valores de justicia y reparto equitativo.

Hablamos también de los impuestos, la mayoría de los participantes pagaría más impuestos si eso ayudara a mejorar las condiciones de todos y a una mayor igualdad. Pero comentamos que también hay personas que hacen caridad y no pagan impuestos.

Cuanto más desigual es el mundo, más aparecen Ongs, instituciones, donaciones, pero esto no suele ir acompañado de más acciones por parte de los estados.

¿Estaríamos dispuestos a bajar nuestro nivel de vida para ayudar a mejorar el de otras personas / lugares?

¿Cuál es la solución política a la pobreza?

Surgen nuevas preguntas a lo largo del diálogo.

¿Cómo repartiríamos nosotros un dinero para ayudar?

Una participante dice que daría su dinero a un partido político que supiera que va a hacer lo posible por un mundo más igualitario. Otra persona comenta que contrataría una infraestructura que controlara a quién va el dinero (hay Ongs que nos dicen a dónde va destinada la donación que hacemos, para qué se va a usar). También alguien responde que si conoce un proyecto personal, un proyecto concreto, se implicaría. No sólo una transferencia de riqueza sino una participación además.

Sin embargo todos somos conscientes de que hay cierto idealismo en esas buenas acciones. Alguien recuerda el dicho de enseñar a pescar, no dar el pescado, todas las ideas que se nos ocurren relacionadas con la caridad, con la ayuda al prójimo o con programas políticos enfocados a la mejora de la sociedad son en cierto modo parches. Necesarios, útiles, pero es una utopía creer que acabarían con la pobreza, la injusticia y la desigualdad.

En la novela «Los hijos de los días», de Eduardo Galeano, se dice lo siguiente:

“De los pobres, sabemos todo: en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen. Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres. ¿Será porque su desnudez nos viste y su hambre nos da de comer?”.

Os dejo algunos libros disponibles en la biblioteca que pueden ampliar el tema de nuestra sesión:

Ser humano y persona

En la quinta sesión del Taller de Pensamiento Filosófico con el grupo María Zambrano, leemos un texto de Peter Singer. El diálogo hoy surge de un comentario que hace Félix García, el facilitador del taller, sobre seres humanos, personas y animales, y empezamos a debatir sin pasar por nuestra habitual rueda de formulación de preguntas. 

La pregunta que nos surge a todos es: ¿Qué diferencia hay entre ser humano y persona? Los participantes coinciden en que lo entienden de la siguiente manera:

  • Ser humano: concepto biológico
  • Persona: concepto jurídico, filosófico, ético

Un participante saca a relucir los «Derechos humanos» y el facilitador le pregunta, ¿los derechos los tienes o son inherentes? ¿Nacemos con ellos, se luchan, se consiguen? En este caso surgen varias respuestas, algunos opinan que todos tenemos derechos humanos de nacimiento, que son inherentes al ser humano, otros creen que se luchan y se consiguen, otros distinguen unos derechos naturales que van con el ser humano y otros derechos que se van adquiriendo como conquistas sociales. También comentamos casos en los que se reconocen derechos que luego no se tienen en muchas ocasiones (derecho a la vivienda, por ejemplo).

Los inmigrantes, ¿bajo qué ente jurídico se rigen? En muchos casos están en un limbo.

Dialogamos sobre distintos ejemplos que pueden generar duda en cuanto a la condición «seres humanos /personas».

Surgen varios ejemplos como los derechos de los fetos, las personas en estado vegetativo por enfermedad, de aquellos que sufren Alzheimer avanzado, de los enfermos mentales, discapacitados psíquicos, de los esclavos, etc.

Una participante comenta que en el caso de las personas con Alzheimer han perdido la memoria con lo cual ella cree que de algún modo han perdido su identidad. ¿Es necesario tener identidad para ser persona? Alguien comenta que se pueden perder las facultades pero que eso no conlleva dejar de ser una persona. En el caso de los enfermos de Alzheimer además tienen empatía. También los bebés aunque no tengan memoria ni conciencia de identidad tienen empatía. Todos coinciden en que sí son personas, porque tienen un nombre, una historia, una familia, tienen una existencia.

Ni siquiera la muerte es un límite, un cadáver es una persona muerta, pero sigue siendo una persona. Por eso hay un dolor tan grande cuando no aparece el cuerpo.

Félix nos cuenta un caso real de un naufragio de una barca que pasa mucho tiempo a la deriva. Entre los tripulantes sortearon a quién iban a matar para alimentarse, con el consentimiento de todos. Una vez que les rescataron, fueron juzgados y el juez los condenó porque dijo que no podía negociarse la muerte. He encontrado distintas historias relativas a «La ley del mar» y el canibalismo, y con diferentes desenlaces jurídicos. Como curiosidad, hay un relato de Edgar Allan Poe sobre una historia así.

En los momentos históricos en que se ha pretendido aniquilar o someter a los seres humanos se les ha deshumanizado y despersonalizado. (Los nazis con los judíos, por ejemplo).

Seguimos intentando definir, alguien busca «persona» en la RAE y aparece lo siguiente: individuo de la raza humana.

¿Podríamos decir que persona es quien tiene libertad/autonomía para tomar sus propias decisiones? Los niños no la tienen, ni algunos tipos de enfermos, y sí les consideramos personas. Aunque es cierto que jurídicamente tienen otro tratamiento.

¿En qué consiste ser persona? Es una pregunta que se ha planteado la filosofía en distintos momentos, es un tema importante. He encontrado muchos artículos, incluso tesis doctorales, sobre este gran tema. Sin embargo no me atrevo a compartir ninguno en concreto debido al sesgo que detecto en muchos y mis escasos conocimientos filosóficos me hacen dudar sobre su pertinencia en relación a nuestro debate.

Pero sí os puedo decir que Inmanuel Kant fue uno de los filósofos más influyentes en cuanto a sus teorías sobre el concepto de persona y de sujeto de derecho.

La definición de persona está relacionada con el momento histórico y con el constructo social/cultural.

El caso de los esclavos nos ocupa parte del diálogo. No eran considerados personas, no tenían derechos. Hablamos de la esclavitud en la antigua Roma y de los esclavos africanos y afrodescendientes. En la conquista de América los indios nativos sí eran considerados personas por los conquistadores, se les explotaba y trataba diferente pero eran súbditos de la corona. Sin embargo a los esclavos africanos no se les dio esa condición de persona.

Alguien cuenta que una mujer podía desnudarse delante de un esclavo sin que eso supusiera nada, porque era como hacerlo delante del perro. Tremendo.

Hablamos de algunos países donde actualmente no se cumplen los derechos humanos, y donde a las mujeres -aunque se las considere personas- se les niegan muchos derechos por su condición de mujer. Una participante comenta que hay lugares donde ha viajado que por el hecho de ser mujer ni te miran, ni te hablan, te hacen sentir un cero, nada, nadie. A partir de este comentario reflexionamos sobre cómo la mirada del otro también nos hace personas.

La persona es relación, necesita de un otro. Pensamos en diferentes casos de seres humanos a los que la soledad les lleva en cierto modo a una despersonalización. Ya sea por las circunstancias o por una acción dirigida de ese otro, negar la mirada es un modo de anular, invisibilizar, despreciar. Félix pone el ejemplo de los mendigos. Pasamos ante ellos sin inmutarnos, el trato general que les da la sociedad es de negación de su existencia, casi como si formaran parte del mobiliario urbano. Si realmente empatizáramos con ellos, si les miráramos como personas, no podríamos ignorarlos.

Después de la sesión he estado leyendo un libro que os comparto en la bibliografía («Encontrarse: una filosofía», de Charles Pépin) y quería poneros un fragmento donde habla precisamente de esto que estuvimos comentando:

También quería compartir un par de poemas de la poeta mexicana Rosario Castellanos («Poesía no eres tú», Fondo de Cultura Económica ed.) que leí hace poco y que seguro que os resuenan a esto que comentábamos:

Hablamos del hecho de que en la película «Náufrago», el protagonista haga de una pelota un «amigo», al que le da un nombre, «Wilson» y con quien habla. Esa necesidad de un otro para sortear la soledad, no caer en la locura y seguir siendo persona.

Este es un tema complejísimo y vastísimo, podríamos hablar de infinidad de cosas relacionadas. La sesión dio bastante de sí, pero como siempre quedaron cosas en el tintero y temas que nos habría gustado profundizar más.

Os animo como siempre a dejar comentarios por aquí o a aportar lo que queráis para ampliar información.

Por otro lado os dejo el enlace a otras sesiones del taller en las que en años anteriores hemos dialogado sobre este tema:

Algunos libros que de un modo u otro están relacionados con los temas que hemos abordado en la sesión:

La verdad, el bien…

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En cuarta sesión del Taller de Pensamiento Filosófico tanto con el grupo María Zambrano como con el grupo Jean-Paul Sartre leemos un texto de Matthew Lipman, concretamente el capítulo V de su libro «Lisa».

Voy a hacer el resumen de ambas sesiones en una misma publicación.

-En el caso del grupo María Zambrano, tras la lectura en común nos juntamos en pequeños grupos para formular una pregunta. Las cuatro preguntas que formulan los participantes son:

  • ¿Es suficiente observar para saber lo que es verdad?
  • ¿Por qué tenemos que defender nuestras creencias? / ¿Es necesario defender nuestras creencias?
  • ¿Qué es más importante, el bien o la verdad?
  • ¿Tiene asociada una proposición verdadero/falso una connotación moral?

Comenzamos intentando responder a la tercera pregunta: ¿Qué es más importante, el bien o la verdad?

Varios participantes observan que el bien y la verdad son conceptos de áreas diferentes, sienten que no se pueden comparar. La verdad sería algo más medible, incluso demostrable científicamente, mientras que el bien sería algo más particular, personal.

Otros no creen eso, piensan que el bien sí se puede definir con un consenso, sabemos lo que es bueno y lo que no. Alguien propone asociar esta pregunta a una situación concreta, no general, y formularla por ejemplo así: ¿Qué es más importante, hace el bien o decir la verdad?. Otra persona matiza que además la disyuntiva sería cuando haya un conflicto entre «el bien» y «la verdad», puesto que si no existe ese conflicto todos tenemos más o menos claro que son igual de importantes. También se propone que hay que tener en cuanta las consecuencias, centrarnos en eso a la hora de elegir bien/verdad.

Hay verdades necesarias que no nos van a hacer bien. Según las circunstancias puede ser más importante el bien que la verdad, depende… Distinguimos verdad/error de verdad/mentira.

Una participante comenta que no siempre queremos saber la verdad, que a veces simplemente no preguntamos por no saber y en ocasiones nos cuentan cosas que no nos interesan o que no queremos saber, aunque sean verdad. La verdad no siempre es «buena» ni es siempre necesaria.

Hablamos del caso de las enfermedades y debatimos sobre si hay que decir siempre la verdad al enfermo o no. Existe un código deontológico por el cual el médico debe decir la verdad pero entendemos que también puede haber pacientes que no quieran saber o incluso familiares que por proteger al enfermo (persona muy mayor, con otros trastornos etc) prefieran que no se le comunique toda la verdad. Los participantes en su mayoría comparten la idea de que en general se debe decir la verdad, y en casos concretos como temas de salud etc se puede adaptar a las circunstancias.

La verdad no siempre es una y única, comenta algún participante.

Félix nos recuerda que para Kant hay que decir la verdad siempre.

La sociedad también miente constantemente. Hay gente que necesita vivir en un nivel de conciencia y gente en otro.

En general todos tenemos claro que la verdad debe prevalecer, ¿por qué?. Porque es un bien.

Un participante nos recuerda la novela «Un mundo feliz» de Aldous Huxley.

Otra participante nos cuenta una historia, un cuento que ha leído en «El camino de las lágrimas» de Jorge Bucay. Es sobre unos mineros que quedan atrapados, y en la espera hasta que consigan rescatarlos sólo uno de ellos va viendo en un medidor el tiempo de oxígeno que les queda. Cuando los expertos llegan hasta ellos, aunque había pasado ya el tiempo que se supone que tenían de oxígeno, están todos vivos menos el que tenía el reloj y sabía el dato. (Aquí ya entraríamos en el tema «verdad-realidad»).

Otros libros interesantes relacionados con este tema:

«La verdad de la mentira», Jean-Luc Nancy

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, F. Nietzsche

Una historia de la mentira, Juan Jacinto Muñoz

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Las buenas y malas razones

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La tercera sesión del Taller de Pensamiento Filosófico con el grupo Jean-Paul Sartre nos enfrentamos al Test de selección de Wason, que ya hicimos con el otro grupo. No me voy a detener en ese ejercicio ya que lo comentamos en el anterior resumen del blog, además en este grupo leímos otro texto y esta segunda actividad fue la que centró el diálogo la mayor parte de la sesión. Sobre el texto de la elección del delegado nos hacemos dos preguntas:

  • ¿Qué razones son buenas y cuáles no?
  • ¿Se puede decir que algunas razones son malas?

Buenas razones: la elección del delegado:

La razón de Ted: si las cosas en las cuales cree Mike Gordon son las mismas en las que cree Ted, entonces sí sería una buena razón. Los participantes ven que ese argumento de que el delegado «defenderá las cosas en las que cree» es un buen argumento. Aunque también comentamos que esos principios pueden ser malos.

La razón de Edna: algunos participantes comentan que el hecho de que ,Mike sea encantador no es un valor imprescindible para el cargo, que Edna está guiándose por sentimientos. Sin embargo otros consideran que sí puede ser precisamente el encanto algo necesario o valorable en su función de delegado, para negociar con los profesores por ejemplo.

La razón de Lee: vemos como algo egoísta esa actitud de ¿qué hay de lo mío? Es un mal razonamiento porque un representante debería velar por el bien común y no por algo individual. El principio orientador es el que piensa en la mayoría.

La razón de Mitzi: la razón de Mitzi sería similar a la de Ted, el delegado. Para los participantes es un buen argumento el hecho de que piense por sí mismo, eso significaría que no se va a dejar sobornar. Aunque se puede poner la pega de que no escuche a las muchedumbres, una cosa es no dejarse manipular y tener las cosas claras pero creemos que sí debería escuchar ya que representa a otros.

La razón de Max: Eso de no dar el voto a alguien por el hecho de usar camisetas nos parece un argumento pueril y elitista. Otros participantes opinan que no es tan banal, que el aspecto importa y en un cargo público es algo que se tiene en cuenta. Sesgo.

Norma de argumentación. Llamada al principio de caridad. El punto de partida debería ser siempre pensar que tú tienes razón y yo no. Es la única manera de asegurarse de que yo voy a escuchar al otro realmente. Continuar leyendo

Inteligencia

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En la tercera sesión del grupo María Zambrano nos enfrentamos a un ejercicio, un ejemplo del test de selección de Wason.

Intentamos resolver estos ejercicios, los participantes deberán decir cuál creen que es la solución y después argumentar por qué.

Hay varias personas que aciertan, y para quienes no hemos acertado o comprendido nos explican la fórmula del razonamiento formal, se trata de probar si el condicional es verdadero. A veces pensamos que si afirmamos lo condicionado estamos afirmando el condicionante y no es así.

El razonamiento formal, la lógica formal, se utiliza en muchos aspectos, pero es muy común el error de argumentación. Junto con el pensamiento abstracto y la capacidad de resolver problemas son tres habilidades básicas presentes en los test de inteligencia.

Ante la pregunta de qué valor real tienen los test de inteligencia o si la única manera de «medirla» son ese tipo de pruebas sobre esas capacidades, abrimos el debate. Félix nos sugiere que pensemos de manera informal en alguien que conozcamos a quien consideramos muy inteligente y alguien más bien poco inteligente, y que describamos qué les caracteriza para que pensemos así de ellos.

Algunas de las cualidades que se dicen de los «inteligentes»:

  • Rapidez de pensamiento y de respuesta
  • Buenas notas
  • Eficiencia
  • Creatividad, pensar diferente, proponer soluciones nuevas
  • Capacidad analítica, capacidad de argumentación
  • Ser capaz de penetrar en las cosas rápidamente, de hacerse cargo de situaciones
  • Capacidad de disfrutar de la existencia, que se le de bien la vida

Algunas de las características de aquellos con poca inteligencia:

  • No entienden un chiste, dificultad para comprender la ironía
  • Son fanáticos, tienen verdades propias o certezas inamovibles
  • Dependen más de los otros, se dejan guiar más
  • Mayor grado de obediencia
  • Dificultad de comprensión, poca capacidad de análisis

Continuamos dialogando sobre la influencia de lo heredado y el entorno; cultura-alimentación-contexto social etc Continuar leyendo

La mirada ante el Arte

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En la segunda sesión del grupo Jean-Paul Sartre del Taller de Pensamiento Filosófico, leemos «El descubrimiento de Harry», un relato de Matthew Lipman.

Las preguntas que formulan los participantes tras leer el texto son las siguientes:

  • ¿Qué representa el museo?
  • ¿El conocimiento que podamos tener sobre el artista puede hacer que la obra nos transmita sentimientos?
  • ¿Dónde se alojan los sentimientos?
  • ¿Cómo la actitud, la perspectiva individual, cambia el hecho observado?
  • ¿Podemos ver sentimientos-emociones sobre algo inanimado?
  • ¿Qué generan y cómo se producen los sentimientos?
  • ¿Para qué existe el arte?
  • ¿Por qué dos personas ven cosas distintas?

Decidimos -tras una votación- comenzar por la última pregunta: ¿Por qué dos personas ven cosas distintas?

No vemos lo mismo porque no somos iguales y porque pueden intervenir muchos factores como puede ser el nivel de formación y conocimientos respecto a la materia, las emociones, la personalidad y el estado de ánimo, etc 

Y, ¿es posible que veamos lo mismo? -Sí, ver podemos ver lo mismo, lo que cambia es la emoción, lo que siente cada uno ante la obra. Debatimos acerca de cuánto influyen la formación y la emoción en la percepción de la obra de arte.

El objeto puede dar más posibilidad o menos a la interpretación, y generalmente esa interpretación vendrá condicionada por nuestros conocimientos y experiencias previas. El arte quiere comunicar algo, y en el acto comunicativo intervienen tanto el artista como el observador. ¿Todas las interpretaciones valen? Muchas veces no coincide la interpretación que damos con la intención del autor. No es lo mismo ver que sentir. Quizá lo que vemos en el cuadro puede ser más objetivo y homogéneo y lo que sentimos al verlo más personal o subjetivo.

Una participante comenta que el objeto existe mientras es mirado, que si el sujeto que mira desaparece, el objeto también…

A continuación nos preguntamos, ¿es deseable/necesario ponerse de acuerdo?. El arte debería ser libre, esa libertad se da tanto en un lado como en el otro de la obra.

También analizamos la diferencia entre ver y mirar. La mirada, el mirar, implicaría una voluntad, una intención, algo consciente mientras que ver alude más a una capacidad y puede suceder de un modo menos consciente.

La percepción de cada uno es diferente. Hay veces que los sentimientos pueden llegar a trastocar la percepción. También hay campañas organizadas que condicionan lo que vemos y lo que sentimos. Tenemos una sociedad muy polarizada, cada vez más se definen las cosas en términos de buenos y malos, de estás conmigo o contra mí. El propio sistema perpetúa las creencias. Por eso es importante valorar aquello que nos conmueve ya sea que nos guste o no, y ser capaces de dialogar sobre las diferencias como hacen las dos amigas en el cuento, con respeto y amor. Continuar leyendo

El «más allá»…

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Hemos tenido la segunda sesión del grupo María Zambrano en el Taller de Pensamiento Filosófico.

El texto que nos propone Félix García (el facilitador del taller) para adentrarnos en el diálogo, es un cuento del filósofo francés Jacques Salomé. Tras la lectura nos juntamos en pequeños grupos para formular una pregunta y una persona de cada grupo la expone a los demás. Son las siguientes:

  • ¿Cómo nos enfrentamos a lo desconocido?
  • ¿Hay algo más allá?
  • ¿Se puede vivir sin cuestionarse sobre lo que hay más allá?
  • ¿Por qué creemos en algo cuya existencia no se puede demostrar?
  • ¿Justificamos la inacción actual por esperar en el más allá?

Nos cuesta decidirnos por una en concreto, pero está claro que hay dos temas que suscitan interés; lo desconocido en general (el inconsciente, la vida en otros planetas, etc.) y eso que llamamos más allá que también es desconocido pero, como matiza el coordinador: «todo más allá es desconocido pero no todo lo desconocido es el más allá». Los bebés del cuento se preguntan qué habrá después del parto, uno cree que puede haber «otra vida» y el otro cree que «no hay nada» y lo justifica con una serie de argumentos que a la mayoría de los participantes les parecen algo pobres («si no lo he visto es que no existe«, etc.). Podemos comprender que es una metáfora de cuando nos preguntamos los seres humanos por lo que habrá tras la muerte, y cómo algunos creen en la posibilidad de que haya algo y otros no.

Si nos planteamos cuanta gente cree en «el más allá» o en dios/dioses, de primeras pensamos que poca, pero los datos nos demuestran lo contrario. No sólo en nuestra cultura occidental donde el cristianismo tiene todavía mucho peso, sino también en otras culturas cuyas religiones y concepciones del mundo contemplan mayoritariamente algo tras la muerte. (Expansión, datos macro 2010. Statista Global Consumer Survey, encuesta 2021.)

Algunas de las ideas que comparten los participantes y que comentamos:

-Parece que es una necesidad del ser humano la de creer que no se acaba todo. Es inherente al ser humano el cuestionamiento, preguntarnos por aquello que no conocemos. La creencia en el más allá (del tipo que sea) puede ser un constructo muy útil en el día a día, entre otras cosas porque la angustia de la muerte es real y nos atañe a todos. Pero, ¿no sería tal vez mejor aprender a hacer soportable esa angustia insoportable que inventar este tipo de creencias?

-¿Llegará algún momento en que se pueda demostrar si hay vida más allá? Existe un «más allá» más acá, también en este lado, hay una tendencia a sembrar, perdurar, dejar huella… La idea de trascendencia se tiene que manejar también desde aquí.

-Algunos participantes ven una correlación entre la imagen de «la madre» en el texto y nuestro «Dios». El hecho de que uno de los bebés diga que si no ha visto ese otro mundo es que no existe, nos lleva a debatir la idea de que sólo es real aquello que conocemos, lo que podemos percibir, constatar por los sentidos. La mayoría no está de acuerdo ya que hay muchas cosas que existen y que se han demostrado y en las que creemos, aunque no las hayamos «visto».

-El más allá no lo podemos intentar imaginar como algo «humano». Las opiniones de los participantes de dividen más o menos en dos; los que creen que no existe ese «más allá» (de ningún tipo) y quienes creen que es posible que haya «algo» aunque ese «algo» (otra dimensión, quizá) se escape a nuestro entendimiento. En el segundo caso coinciden además en que es probable que en un futuro se pueda saber más sobre esto, con los avances tecnológicos, o de otro modo, igual que cosas impensables hace siglos con el tiempo fueron descubiertas y comprendidas. Continuar leyendo