La esperanza y la espera…

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La tercera sesión del Taller de pensamiento Filosófico leemos unos fragmentos de textos que versan sobre la espera y la esperanza.

El primero de ellos hace referencia al mito de la caja de Pandora.

Nos preguntamos acerca de la diferencia entre espera y esperanza:

La esperanza tiene una connotación positiva pero es algo pasivo, la espera sin embargo sería una acción, algo proactivo. La esperanza podría entenderse como un sentimiento, tiene un componente emocional, y siempre tiene que ver con futuro.

¿Se puede tener esperanza en el pasado? ¿La esperanza es un deseo?

En la Divina Comedia de Dante aparece a las puertas del Infierno la frase: «¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!».

Otra famosa frase es la de Stephen Hawking quien en un discurso comentó: «Mientras que haya vida, hay esperanza.» Pensamos en esta frase y en que nos habla en realidad de posibilidades, mientras hay vida hay posibilidad de que sucedan cosas, la esperanza como lo posible. ¿Podemos desear o esperar algo que es imposible que suceda? En tal caso quizá estaríamos hablando de Fe.

¿Qué diferencia habría entre esperanza e ilusión?

En el texto de Hesíodo se ve la esperanza como uno de los males de la caja de Pandora. Esa visión negativa se debe a que puede llevar a engaño, tiene una connotación negativa debido a la frustración que llega a provocar esperar algo y no conseguirlo, y muchas veces además la esperanza es sin acción -cuando se deja todo en manos del destino-. Una esperanza infundada nos puede llevar a cometer muchísimos errores. ¿Cómo podemos diferenciar una esperanza lógica de una infundada? Muchas veces esperamos cosas que no dependen de nosotros ni de nuestra acción. Pero tal vez la esperanza precisamente implica un poco esa incógnita, si es algo que depende al cien por cien de nosotros no haría falta tener esperanza, se daría otra situación, otro tipo de espera. Quizá lo importante sea ser conscientes y tener muy presente que una de las posibilidades de la esperanza es que no se cumpla aquello que se desea.

Horacio en su poema Carpe Diem nos dice «adapta al breve espacio de tu vida una esperanza larga»:

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.

Un participante alude al conocido libro de Viktor Frankl «El hombre en busca de sentido», un clásico de superación y supervivencia, nos recuerda que se agarró a la esperanza para poder sobrevivir.

El hecho de que la esperanza muchas veces dé sentido a la vida es algo que recogieron los filósofos existencialistas. Albert Camus nos decía que el sentido de la vida estaba precisamente en aceptar su ausencia de sentido con esperanza: «Donde no hay esperanza, debemos inventarla».

Podemos hablar de una «meta», situación deseada u objetivo y actuamos y nos adaptamos en base a eso.

La esperanza como mecanismo para salvarse o como emoción / sentimiento.

Cuando no implica nada por nuestra parte, sería algo más bien como «buena suerte», dejarlo en manos de la suerte o el destino. Cuando implica algo de nosotros sí sería verdaderamente esperanza, cuando nos sirve para actuar y supone una participación del sujeto. 

La desesperanza vendría cuando no hay opciones, cuando no vemos posibilidades.

¿Tiene que ver la esperanza con el optimismo y el pesimismo?

La otra cara de la moneda, ese aspecto negativo que comentábamos antes se refleja en frases como «el que espera desespera.» La paciencia tiene un límite.

Hay una incertidumbre que es parte integrante de la esperanza. ¿Sucederá o no? ¿Es un autoengaño? 

¿Cómo llevamos la incertidumbre? Puede producir inseguridad o desesperación pero también puede ser un motor en ocasiones. Necesitamos psicológicamente ciertas certidumbres pero a veces también buscamos la incertidumbre adrede.

¿En qué diferenciamos la esperanza de la suerte? La esperanza sería el deseo de que ocurra algo concreto de lo que podemos manejar ciertas variables. En la suerte no tendríamos ningún radio de acción. 

La ilusión también se relaciona con la esperanza, en la dimensión de la alegría que subyace en la esperanza, y en cierto modo también en la parte de fantasía que a veces la acompaña.

Muchas veces proyectamos en lo que esperamos más de lo que nos puede dar una vez conseguido. 

La utopía es una forma de esperanza. Sería imaginar un gran sueño, algo que nunca ha sucedido pero que no es del todo imposible. Un ideal que probablemente no se vea cumplido en vida pero que otra generación quizá sí pueda ver, sería una esperanza en un tiempo más largo, sin resultado cerca pero que puede ayudar como horizonte, guiar nuestros pasos, un marco de referencia para saber hacia dónde ir caminando.

Estamos en un tiempo donde se promueve mucho la incertidumbre, hay además una crítica a los grandes relatos y a los ideales. Y soportamos menos que nunca esa incertidumbre y necesitamos controlar todo a más pequeña escala.

La incertidumbre también tiene algo de jugar, de saber que no todo está hecho. 

La utopía puede convertirse en distopía y eso es un problema. 

Hay gente que no piensa en utopías, que solo piensa en comer al día siguiente. La esperanza puede ser algo cercano, del día a día, y la utopía un referente lejano pero que da coherencia a los pasos.

¿La determinación de un fin último nos sirve para orientar nuestra acción o cada acción puede considerarse un fin en sí misma? ¿Todo vale?

Nietzsche nos dice que vale todo lo que potencia la vida, ese era su criterio.

Terminamos la sesión preguntándonos por la diferencia entre utopía y quimera.

«La palabra «utopía» fue creada por Tomás Moro para designar una isla ideal creada por él para una de sus obras, y se forma a partir de dos palabras griegas «ou» (que significa no) y «topos» (que significa lugar), o sea, «Lugar que no existe», sería «no lugar, sin lugar». La quimera correspondería más a una ensoñación.

Una quimera sería: «Sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice.»

En la literatura y principalmente en la poesía, el tema de la esperanza y la espera ha estado siempre muy presente. Comparto algunos fragmentos de poemas con estos motivos:

 

“Fingiendo realidades

con sombra vana,

delante del deseo

va la esperanza.

Y sus mentiras

como el fénix renacen

de sus cenizas”

(Gustavo Adolfo Béquer)

 

“Dice la esperanza: Un día

la verás, si bien esperas.

Dice la desesperanza:

Solo la amargura es ella.

Late, corazón… No todo

se lo ha tragado la tierra”

(Antonio Machado)

 

«La ausencia es una luz interrumpida;

el cielo palidece y azulea,

y el sol que nos alumbra, nos recrea:

la espera terminó; llega la vida.»

(Luis Rosales)

 

«No querer poseer ni ser poseída. Nada me desespera mas que la esperanza-proyeccion de deseos, espera del cumplimiento de lo imposible.»

(Alejandra Pizarnik, Diarios)

 

«La espera
Antes que suene el presuroso timbre
y abran la puerta y entres, oh esperada
por la ansiedad, el universo tiene
que haber ejecutado una infinita
serie de actos concretos. Nadie puede
computar ese vértigo, la cifra
de lo que multiplican los espejos,
de sombras que se alargan y regresan,
de pasos que divergen y convergen.
La arena no sabría numerarlos.
(En mi pecho, el reloj de sangre mide
el temeroso tiempo de la espera.)

Antes que llegues,
un monje tiene que soñar con un ancla,
un tigre tiene que morir en Sumatra,
nueve hombres tienen que morir en Borneo.»

(Jorge Luis Borges)

 

 

Algunas lecturas sobre el tema disponibles en la Biblioteca:

 

 

 

 

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