La última sesión del Taller de Pensamiento Filosófico Azucena nos sorprende con un texto en el cual podemos leer la sílaba «bla» dispuesta a modo de «palabras» y conformando algo con «apariencia de texto». Comienza así: «Blablablabla bla Blablabla, blabla bla Blablabla.» Y continúa, con signos de puntuación, párrafos, negritas e incluso números como los que indican notas a pie de página.
La primera pregunta que nos hacemos es «¿Es un texto?«. Algunos participantes opinan que sí y otros que no. Hay un código, un ritmo, esto defienden quienes piensan que sí lo es. Otros dicen que es un texto pero un texto ilegible o «bárbaro». Azucena nos pregunta si sería lo mismo este texto que no podemos descifrar, que no nos dice nada en realidad, y un texto escrito en una lengua que no conocemos, que no entendemos. ¿Lo podemos leer? Leemos en alto una parte del texto. Sí, lo podemos leer, marcando pausas y entonando, pero no lo podemos interpretar.
Dentro de los elementos de la comunicación podemos reconocer la existencia de un emisor, que sería el propio autor de esta producción, los receptores seríamos en este caso nosotros; existe un canal, que es el papel y la tinta impresa. El grupo menciona que no podemos acceder a interpretar el mensaje pues desconocemos el código en el que está escrito. Nos preguntamos qué diferencia habría entre este escrito y algún otro que estuviera redactado en una lengua que no conocemos. Algún participante sostiene que en toda lengua hay un código que permite descifrar y entender el mensaje a aquellos que lo conocen, se menciona que en este caso no habría código alguno y por tanto nadie podría entender el mensaje. Se muestra desacuerdo en el grupo, algunos participantes reconocen cierto código que les resulta familiar, como signos de puntuación, párrafos, títulos, números de línea, mayúsculas, etc. Se menciona que quizá existe un código pero que nos es desconocido a nosotros. Una nueva intervención sostiene que aunque no haya ciertos aspectos del lenguaje escrito que nos resultan familiares puede que el código sea una invención personal, a modo de código secreto, que requiera ser descifrado, como claves que una vez descubiertas nos permitan acceder al mensaje. El código en ese caso no sería públicamente conocido sino que invita a ser desvelado. Se ponen ejemplos en el grupo de creación de lenguajes artificiales como el esperanto, que pretendieron difundirse. Respecto al contexto de esta presunta comunicación tampoco parece aclararnos el sentido de esta producción, salvo las que cabe atribuir a la intención del autor, se hacen hipótesis en este sentido por parte del grupo. Una nueva hipótesis atiende a la sonoridad y al ritmo que el escrito presenta, de modo que se plantea que se asemeja al lenguaje musical.
Otras hipótesis del grupo aluden a que se trata de una producción artística, sin un código lingüístico pero que transmite un mensaje, una determinada interpretación a cada persona. Se pone el ejemplo de algunas obras de arte contemporáneo, que pretenden provocar la reflexión del espectador, que nos invitan a lanzar posibles intenciones comunicativas del emisor que podemos plantearnos.
Se están aludiendo así a las funciones del lenguaje, se destaca en el grupo la función estética, para la que interesa no solamente el contenido del mensaje sino su forma, y la función expresiva, en la que el autor quiere provocar una determinada emoción en el receptor. Por otra parte esta propuesta nos hace reflexionar sobre el lenguaje mismo y en este sentido se señala que la función principal es metalingüística.
Respecto a la función metalingüística del lenguaje destacamos que las palabras utilizadas hacen referencia no a una realidad extralingüística sino al lenguaje mismo.
Nos preguntamos de nuevo ¿hay palabras en este escrito? La palabra es un signo convencional que alude a algo distinto. En el grupo se menciona que en este escrito hay significantes pero no significados objetivos y compartidos.
La semiótica es la ciencia de los signos y de los lenguajes como conjuntos de signos, se divide en: sintaxis, es la relación entre los signos, en este escrito pueden reconocerse ciertas relaciones que nos resultan familiares. Por otro lado está la semántica: se ocupa de las relaciones de los signos y a lo que ellos se refieren; para que haya comprensión lingüística se ha de poder dar significado a todos los símbolos. Esto es lo que resulta más problemático en este caso. Como conjunto puede ser interpretado y nos transmite un mensaje pero no parece sencillo dar significado a los símbolos que, de modo reiterado y con algunas variaciones, aparecen escritos. Se plantea la hipótesis de que se trate no de un lenguaje natural, que es aquel que heredamos de otras generaciones y utilizamos a diario en nuestra comunicación, que es rico y flexible, sino de otro tipo de lenguaje, más formal, como el matemático, el musical o el ajedrez. En estos casos cada signo es traducible con rigor y precisión y tiene un significado compartido entre aquellos que conocen dicho lenguaje.
Uno de los participantes propone la hipótesis de que este escrito es una metáfora de la incomunicación humana, en la que la gente habla pero no se entiende. Se menciona que una palabra, que es un signo lingüístico tiene un significante, que puede ser audible en el caso del lenguaje oral, o visible en el caso del lenguaje escrito o el lenguaje gestual; un significado, que es la representación mental de un objeto; y un referente, que es la realidad extramental a la que nos referimos. Según esta tradicional distinción, la expresión “el actual rey de Francia” no tendría significado pues no tiene referencia. Para salvar esta dificultad algunos autores distinguen entre sentido y referencia. Dicha expresión tendría sentido, pues la entendemos, pero no tiene referencia. Un participante comenta que en la comunicación humana la comprensión es aproximada siempre, no existe un nivel total de comprensión de una palabra, aunque sea de uso habitual y cotidiano. Pone el ejemplo de la palabra «perro» y lo que puede representar o significar un perro para cada persona. La hipótesis de nuestro participante es que el significado de una palabra no es totalmente objetivo, sino que en buena medida es subjetivo y en ese sentido no es completamente comprensible para los demás. La experiencia sobre la realidad a la que aluden las palabras es diversa en cada uno, por lo que el significado que para cada uno tiene es distinto, al menos en buena medida. Se pone el ejemplo de las distintas formas de nombrar la nieve para los esquimales. Esta problemática fue abordada por Wittgenstein según una teoría funcional del significado. El segundo Wittgenstein resuelve esta dificultad aclarando que el significado de las palabras viene de su uso, de un determinado juego del lenguaje en el que se halla inmensa. Los diversos juegos del lenguaje suponen diversas formas de vida que son compartidas por aquellos que siguen las reglas de ese determinado juego (lenguaje de la ciencia y lenguaje religioso serían ejemplos de distintos juegos de lenguaje). Este autor señala que el lenguaje privado trata de estados internos y sensaciones, que no son públicamente observables, como el dolor o el placer o cualquier otro fenómeno interno.
Nos planteamos la diferencia entre lenguaje humano y animal. Nuestra capacidad simbólica se relaciona con el pensamiento, que puede referirse tanto al pasado como al presente o al futuro; nuestra capacidad de abstracción nos permite manejar conceptos y elaborar teorías, y la doble articulación del lenguaje nos facilita la creación de innumerables mensajes. Los signos comunicativos en los animales tienen un carácter natural, se refieren fundamentalmente al presente y a las necesidades inmediatas y se hallan muy limitados en su posibilidad de creación de mensajes.
¿Podemos pensar sin lenguaje? ¿Es primero el lenguaje o el pensamiento?
Frente a algunos participantes que sostienen que no podemos pensar sin lenguaje (se cita a Wittgenstein en su famosa frase “los límites del lenguaje son los límites de mi mundo”), se menciona como contra-argumento que los bebés no tienen lenguaje pero piensan, su comunicación prelingüística da cuenta de un pensamiento, aunque sea con gestos y expresiones que le permiten comunicarse a un nivel muy básico y natural.
En el grupo hay acuerdo en que será la adquisición del lenguaje lo que nos abra al mundo propiamente humano: desde expresar sentimientos y emociones, a preguntar, razonar, hacer peticiones, etc. El lenguaje nos instala en una segunda naturaleza de índole cultural. Nuestra capacidad de transformación de la realidad (habilidad técnica, artística, política) viene posibilitada por el lenguaje y el pensamiento racional. Por otro lado, nos posibilita conocer la realidad: las palabras clasifican objetos y experiencias que configuran nuestra realidad.
Respecto a la relación entre pensamiento y lenguaje podemos señalar dos grandes posturas filosóficas:
- Determinismo lingüístico: el pensamiento depende del lenguaje. La estructura lingüística determina los mecanismos básicos del pensamiento (como la estructura afectiva determina los mecanismos básicos de la respuesta emocional).
- Relativismo lingüístico: lenguajes diferentes responden a visiones del mundo diferentes y, por tanto, a estructuras mentales diferentes.
¿Cuál es la relación entre lenguaje y realidad?
El lenguaje reproduce fielmente la realidad.
Las palabras expresan un concepto, que es la imagen mental de un objeto real. Las palabras pueden variar de unas culturas a otras, pero lo que hay en la mente es la misma imagen, pues el objeto es el mismo. El lenguaje no expresa de forma transparente la realidad sino que conforma nuestra realidad concreta. “Las personas de idiomas distintos viven en mundos distintos”.
Por último se comenta la capacidad no sólo denotativa sino connotativa del lenguaje. Azucena nos descubre el origen y autoría de el texto. En este escrito se ha traducido el Génesis sílaba a sílaba, por parte de Roberto Equisoain Obanos. Cada término de este escrito denota, tiene como referencia, no un objeto sino un término de un texto concreto. La propia referencia de este texto es otro texto. Sólo saliendo de este texto propuesto podemos acceder a la referencia, que es de nuevo un texto. Juego de espejos que nos hace plantearnos ¿podemos salir del lenguaje y acceder a la realidad? Para autores como el sofista Gorgias, no podemos acceder a la realidad, Nieztsche nos habla del lenguaje como metáfora, instrumento que es útil para la supervivencia de nuestra especie, pero que no tiene relación con objetividad real alguna. La hermenéutica contemporánea se centrará en esta problemática en la que la realidad es entendida lingüísticamente, como horizonte de interpretación, como texto.
En el grupo se alude a lo inefable, a aquello que sólo puede ser captado, que no es discursivo. Se pregunta en el grupo ¿Puede traducirse lingüísticamente una nota o un color? ¿Es posible comunicar con palabras una experiencia de fe? Wittgenstein sostendrá que de lo que no se puede hablar es mejor callar. Nos abre así este autor a la mística. El silencio en estas cuestiones metafísicas será la única respuesta idónea desde una perspectiva positivista.
Las connotaciones que cada persona pueda dar a esta propuesta son variadas, desde las ya abordadas durante la sesión hasta esta última como crítica de la teoría del lenguaje a la metafísica. Para otros autores como Kant, a pesar de no responder al lenguaje científico, plantearse este tipo de cuestiones es una necesidad humana irrenunciable.
Esta sesión resultó muy amena e incluso nos reímos bastante, el hecho de no saber qué era el texto y qué denotaba nos mantiene en vilo hasta el final, haciendo hipótesis y reflexionando sobre el lenguaje y la comunicación.
¡Nos despedimos hasta el próximo curso, pero estad atentos que quizá por aquí sigamos publicando cosas!
Azucena Crespo Díaz
Cova
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