La undécima sesión del Taller de Pensamiento filosófico comenzamos leyendo un texto adaptado de Arthur Schopenhauer que habla de los hábitos de los puercoespines; nos cuenta que a estas amistosas y gregarias criaturas les gusta estar muy juntos, principalmente cuando hace frío, pero al juntarse enseguida se pinchan y tienen que separarse. Sin embargo su naturaleza sociable y el frío les hará unirse de nuevo y así se repite la historia cíclicamente. El texto va acompañado de unas preguntas para empezar a dialogar. Las preguntas son las siguientes:
- ¿Crees que la leyenda sobre los puercoespines arroja alguna luz sobre las tendencias sociales de los seres humanos?
- ¿Dirías que los seres humanos son criaturas sociales por naturaleza que han descubierto las dificultades que plantea vivir juntos y que, por tanto, se ven obligados a vivir separados; o dirías que los seres humanos son individualistas por naturaleza, pero que están obligados por necesidad a vivir juntos?
- ¿Crees tú que los problemas sociales son provocados por los conflictos entre los instintos agresivos de las personas o que se deben a fallos en la organización de la sociedad?
- ¿Tienes alguna explicación del malestar social, o crees que cada tipo específico de malestar tiene su explicación específica?
Nos embarcamos directamente en la segunda cuestión, un participante diferencia sociabilidad y gregarismo. También nos recuerda que dos dimensiones caracterizan al ser humano frente a otras especies: por un lado su precariedad biológica y por otro su inteligencia racional. Al hilo de esta intervención Azucena nos narra el mito de Prometeo. El ser humano es el único que transforma de la naturaleza lo que necesita para vivir. Pero en el mito se habla de que no se ha dotado a los humanos de la capacidad de convivir, por eso Zeus les da la Justicia. Protágoras defenderá que esta capacidad de distinguir lo justo de lo injusto está al alcance de todos por compartir una común racionalidad; sin embargo Platón, de acuerdo a su concepción aristocrática del conocimiento, considera que la Idea de Justicia es accesible sólo a los sabios, aunque se mantiene en continuidad con la tradición griega en su vinculación entre sabiduría y ética, de modo que podrán acceder a dicha Idea de justicia -y gobernar de acuerdo a ella-, aquellos hombres virtuosos que rijan su vida conforme a los dictados de la razón. Las necesidades sociales que se derivarían de la inteligencia en los humanos vendrían vehiculadas por el lenguaje y la noción de justicia, tematizada en muchos autores modernos desde el contrato social.
Los participantes van aportando sus ideas. El ser humano tendría una necesidad de comunicación que potenciaría la aparición del lenguaje. La inteligencia y el conocimiento humano necesitan de los demás, el avance de los conocimientos se entiende en el grupo como un bagaje que cuenta con lo aprendido anteriormente por otros. La soledad generaría deterioro en el ser humano. Importancia del contacto con otros seres humanos en la infancia para desarrollar el lenguaje y otras capacidades, se ejemplifica con el caso de Víctor, el niño salvaje de Aveyron, historia que algunos conocemos a través de la película de François Truffaut. Azucena nos indica que las potencialidades humanas podrían no desarrollarse sin la presencia de un entorno humano de socialización y que en este caso llegó a investigarse la presencia de la capacidad moral que nos caracteriza como humanos. Una participante señala la importancia de la afectividad para el pleno desarrollo del ser humano, cómo es necesario el contacto físico y el afecto ya desde recién nacidos.
Otro participante opina que los seres vivos oscilan entre la cooperación y la competitividad. Cree que en un principio primaría la cooperación pero que a raíz de la interrelación entre los componentes de los grupos humanos y el surgimiento del lenguaje nacería la cultura, y de la cultura la idea de individuo, la moralidad, la justicia. Siguiendo con este hilo, otra intervención sugiere que la cooperación no sería realmente tal, que lo que ha habido siempre es la explotación de unos seres humanos sobre otros. Se resalta la noción de poder entendido como sometimiento del otro. Se pone el ejemplo de la novela «El señor de las moscas« de William Golding.
Se establecen así en el grupo dos alternativas: (1) El ser humano es egoísta y esto genera conflictos que sólo concluyen con acuerdos instauren la justicia. Las tendencias perversas del ser humano se ven refrenadas por la sociedad. La cooperación no se da por altruismo sino por necesidad (2) El ser humano tiende a la cooperación y la justicia, a convivir amigablemente con sus semejantes, aunque luego surgen conflictos y competencia entre los seres humanos, que hacen surgir el egoísmo y el abuso de poder.
Azucena nos comparte la visión de Thomas Hobbes y Aristóteles respecto al tema. Hobbes mantiene una visión individualista y negativa del ser humano: ser agresivo y egoísta en constante competición con los demás por satisfacer sus necesidades y deseos; vivirá en sociedad sólo guiado por el interés de sobrevivir, para deshacerse de la perpetua inseguridad a que le aboca su natural condición. Para ello ha de renunciar a su libertad y someterse absolutamente a un poder legislador que garantice esta seguridad. Una obra que encarna su pensamiento sería el “Leviatán“. Aristóteles, al contrario, tiene una concepción más positiva del ser humano: animal social que necesita a los demás no sólo para sobrevivir sino para vivir una vida buena; es en comunidad donde el ser humano puede desarrollar su virtud moral y con ello alcanzar la felicidad, algo que sólo puede darse cuando participa de la vida pública.
A raíz de la pregunta de un participante ¿Es la sociedad la que mejora al individuo o el individuo el que mejora la sociedad? Azucena nos introduce el pensamiento de Rousseau, quien cree que el individuo es bueno por naturaleza pero que es la sociedad la que lo corrompe y propone; nos propone este autor que recuperar esa bondad humana que ha sido pervertida sólo puede hacerse instaurando una comunidad de seres en la que el bien del individuo coincida con el bien común. . Posteriormente volveremos a Rousseau cuando un participante pone como ejemplo la obra «Emilio, o de la Educación» donde se fomenta como positivo para la formación del individuo el contacto desde la infancia con la naturaleza.
Otro participante expresa que vivir en sociedad fue un avance en su momento pero que ahora el avance sería aceptar la especialización. Cree que las sociedades que avanzan tienen un objetivo común y eso hace que no seamos tan crueles unos con otros. Pero considera positiva la competencia, sería lo que nos hace avanzar. Al hilo de esta intervención Azucena nos habla de Adam Smith, el filósofo y economista británico autor de «La riqueza de las naciones«, quien consideraba la libre competencia como el medio más idóneo de la economía.
Un nueva intervención de un compañero nos plantea que el ser humano no se puede definir a priori como social o individualista, que es la sociedad la que lo va conformando, es el aprendizaje y la vida en sociedad lo que determinará si es de una manera u otra. Azucena nos recuerda que el existencialismo también propone que no puede hablarse de una naturaleza humana: la existencia, concreta, contextualizada social y culturalmente, es previa a la esencia.
Marx contempla al hombre como un ser natural, que tiene una condición material. El trabajo sería la actividad a través de la cual el individuo se crea a sí mismo y le permite al hombre proyectar su esencia, transformarse.
Se subraya en el grupo que el ser humano comparte con los animales su necesidad de colaborar para subsistir, pero se distingue de otras especies por su voluntad de diferenciación, de individuación. Lo propiamente humano sería la individualidad.
Toma la palabra un participante recordándonos que estamos hablando con palabras de la Ilustración, que los filósofos de los que nos da cuenta Azucena pensaban y escribían para un pequeño grupo social de ciudadanos: el hombre con poder económico. Que somos acríticos al hablar de “progreso” y de “avance” en relación con la competencia. Se hace referencia al malestar que es consecuencia de un orden social que promueve el individualismo. Sostiene que el capitalismo nos está llevando por un camino de constante competitividad que a nivel personal genera desgaste y frustración y que en general destruye la vida y a lo humano.
Se comenta que el papel de la colaboración y la ayuda mutua ha sido desempeñado principalmente por la mujer, mientras que el hombre ha encarnado la competencia y el enfrentamiento, mediante la lucha encarnizada por la supervivencia. Se hace referencia a las sociedades matriarcales.
Nos vamos quedando sin tiempo y damos paso a unas últimas intervenciones de personas que aún no han participado en esta sesión. Una participante comenta que le ha llamado la atención el tema de la repetición de los puercoespines y del ser humano, que aún sabiendo que se pinchan vuelvan a juntarse una y otra vez. Ella cree que el ser humano ha vivido siempre en rivalidad, sea con los miembros de otras comunidades, sea con los miembros de la propia comunidad -por jerarquías externas o internas-. Se menciona que en comunidades sencillas los roles son más estables. En la sociedad actual, más compleja e imprevisible, el ser humano está más desorientado.
Con estas intervenciones se están identificando “las espinas” que dificultan nuestra convivencia: El individualismo y la competitividad. Para algunos participantes esas espinas son inherentes a lo humano, para otros son producto de una determinada organización social.
Otra participante comenta que le ha gustado mucho el texto que ha traído Azucena y que se identifica, desde una perspectiva más personal, con el puercoespín en tanto siente la necesidad de estar con los demás pero también la de un espacio propio cuando nos pinchan. Le gustaría que pudiéramos limar esas espinas y nos lanza una pregunta ¿de dónde vienen estas espinas? Intentamos responder a esta pregunta; las espinas podrían ser un instinto agresivo o defensivo. Hablamos del miedo y la debilidad, de nuestra actitud defensiva, que puede tornarse en declarado ataque, en tanto que seres vulnerables.
Se proponen la empatía y la educación como posibles soluciones a los conflictos que tenemos unos con otros. Se resalta la importancia de la asertividad, como actitud personal y social, el respeto y la consideración hacia uno mismo y hacia los demás, sin que ello suponga renuncia a nuestros derechos ni vulneración de los del otro. Concluimos con que la vida en sociedad no ha de anular nuestra autonomía sino favorecerla, para que podamos desarrollarnos plenamente como miembros responsables de la justicia en comunidad y como individuos libres.
hagan las preguntas por favor!!!!!!
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