Una tendencia antropológica

OLYMPUS DIGITAL CAMERALa curiosidad que despierta el conocimiento, más allá de la mera supervivencia a nivel biológico, supone un rasgo distintivo del ser humano pues no existe ningún otro ser vivo que se incline hacia la sabiduría solo por el simple hecho de saber. Queda asimismo claro que el conocimiento es patrimonio antropoide y que solo este ser está dotado de las capacidades para alcanzarlo o, al menos, conseguir una apariencia de comprensión de aquellos fenómenos investigados. Digo apariencia porque, en mi opinión, lo que se logra no es una descripción de lo natural o fenoménico sino una esquematización que se adapta a nuestras capacidades y que ofrece una lectura accesible para la inteligencia. O lo que es lo mismo, no se comprende el entorno sino que se adapta a nuestras posibilidades y, por supuesto, esta simplificación que ofrece la ciencia va mudando a lo largo de la historia.

En el sentido apuntado son numerosos los intentos, con el transcurrir del tiempo, por alcanzar un saber firme que dotase al hombre de las herramientas necesarias para manipular, comprender e instrumentalizar la realidad. Además, a un nivel radical que permitiese la penetración hasta el sustrato más íntimo que conforma el universo y que, por añadidura, consintiese aplicaciones cotidianas en el día a día social. Pues, sin lugar a dudas, y aunque el saber por el saber sea, como ha quedado dicho, una característica propia del hombre, es el conocimiento de lo natural y su posterior instrumentalización técnica lo que más interesa a nivel pragmático. Así, este tipo de saber que se deriva indefectiblemente de la ciencia, acaba por convertirse con el avance cultural en el más valioso para las propensiones colectivas y generales.

Este dominio del medio desarrolla, después del despegar científico que se produce en el siglo XVI, una nueva sociedad que se identifica por unos rasgos a los que indudablemente contribuyó la ciencia moderna. De esta forma, la laicización, el antropocentrismo y el desterramiento de la iglesia del poder temporal no hubiesen sido posibles sin este perfeccionamiento intelectivo que ha permitido romper barreras que hasta esa fecha se asumían como imposibles. Mas, una vez superadas estas barreras que suponían un sombrío obstáculo para el desarrollo individual y común, no se ha puesto freno a la excesiva valoración que se ha establecido en relación a los saberes de aplicación bien definida. De esta manera, y sin menoscabo de lo expuesto, desde mi punto de vista esta tendencia que tantos réditos ha producido, también ha llevado a ciertos puertos no del todo recomendables que han dejado de lado algunas dimensiones humanas que convendrían para completar al positivismo que debe, en muchos casos, dirigir nuestra acción. Ya que, de alguna manera, estos cambios culturales asociados al dominio de las ciencias empíricas, han llevado a cierta altivez, condescendencia y alejamiento de la realidad biológica del hombre a la que no debería haberse renunciado jamás. También, queda de manifiesto que el conocimiento técnico no es la única salida o la más distintiva y que la creatividad asociada a la sentimentalidad u otras extensiones humanas que permiten una expresividad que haga de nexo entre individuos, grupos y sociedades no se alcanza por medio de este tipo de destrezas técnicas.

Ciencia medievalPor lo tanto, existen una amalgama de conocimientos que derivan de características humanas que van en una línea distinta a la ponderación, cálculo, análisis y medida; es decir, entroncan con las ciencias sociales (o ciencias del espíritu como elegantemente denominó Bergson) y, por lo etéreo de su contenido y lo subjetivo de alguno de sus resultados, acaban sepultadas a un segundo plano jerarquizado bajo la técnica y el análisis. Aunque, de todas formas, y siempre siguiendo mi opinión particular, estas disciplinas ocupan quizás un espacio más importante en nuestras vidas que el de cualquier ciencia empírica con sus derivaciones tecnológicas asociadas pues, sin ir más lejos, todo desarrollo científico ligado a cualquier aplicación práctica debe ir custodiado por la reflexión intelectiva que determine el valor, alcance y adecuación de dichos resultados a los aspectos éticos, emotivos o culturales del ser humano. Lo problemático, de todo este tipo de asuntos, es que no son ponderables o expresables mediante un lenguaje matemático o cualquier otro tipo de formalización que haga de estas disciplinas algo comunicable de manera definitiva pues, esta dimensión antropológica, cae de lleno en el terreno de la sentimentalidad y los prejuicios de los que difícilmente podemos desembarazarnos. Por supuesto, este ha sido durante siglos el anhelo de muchos pensadores que pretendían trasladar la precisión de las ciencias empíricas a las ciencias sociales. El resultado, aunque cuajado de importantes avances alcanzados por casualidad, siempre ha llevado al fracaso. Ejemplos paradigmáticos se encuentran en Descartes o Leibniz, este último desarrolló el cálculo infinitesimal en el curso de sus investigaciones.

En definitiva, independientemente del pragmatismo actual y la orientación de la sociedad contemporánea, queda de relieve, al menos en lo que mí concierne, que se necesita potenciar otro tipo de conocimiento que permita incluir las dimensiones más abstractas del ser humano en el orden social para alcanzar un equilibrio.

Ignacio Valdés

Coordinador del Taller de Pensamiento Filosófico

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3 comentarios en “Una tendencia antropológica

  1. Por «otro tipo de conocimiento» estoy haciendo mención, no solo a las tendencias estéticas que pueda tener el ser humano, sino a aquellas capacidades que nos permiten, entre otras cosas, la vida y las relaciones sociales. En mi opinión, resulta inevitable considerar este ámbito como propio del conocimiento aunque, por supuesto, en otro estatus que el científico pero también, por lo menos en mi opinión, con más peso en la vida cotidiana en la que nos vemos envueltos.
    En fin, tenemos aquí un buen punto de partida para la discusión de la próxima sesión.

    Gracias por la participación y un saludo a todos los integrantes del taller.
    Ignacio

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  2. miguelangel rodriguez

    el reconocer la relación neurolingüista, nos permite desbloquear algunas de las contradicciones que nos mantienen en este estatus tan precario que, encuentra en la experiencia patológica uno de los tiempos donde asimilar la aproximación entre contrarios, y el beneficio de la violencia que tráe la exaltación exploradora de esos espacios del Atlas de los Sentimientos, con enormes masas de datos que ya exigen análisis detallados de acceso a lo ambigüo de los deseos y al potencial de la psicosofía.

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  3. No entiendo qué quieres decir por «otro tipo de conocimiento», supongo que en contraposición del conocimiento científico. Por supuesto el conocimiento científico tiene sus límites, pero creo que es el único conocimiento sólido, lo otro son opiniones o intuiciones, y sin ciencia es fácil entrar en el terreno de lo mágico. La Ciencia es ante todo un método. Para compensar la «deshumanización» que según algunos pueda producir la ciencia y la técnica tenemos el arte: la literatura, la música, etc. Incluso la música por ejemplo, tiene al final una base o explicación científica.

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